LA LLORONA
A la caida de la Gran Tenochtìtlan, a manos del colonialismo extranjero, la Ciudad estaba llena de cadàveres que yacìan por todos lados. Los muertos amontonados en las calles, la peste que hacia sus estragos, cadàveres que flotaban en el lago y en los canales de la gran Ciudad capital del Anàhuac. Las paredes de los templos y edificios manchados de sangre por los estragos de los canones y de las balas, la Ciudad humeaba y el olor a carne cocida se sentia. Los familiares buscaban a sus difuntos entre los muertos, entre los heridos y en las calles y callejones abandonados, de esta Ciudad incendiada y arrasada por los extranjeros y sus aliados nativos.
Cuentan que surgiò de repente una mujer que lloraba y sollozaba preguntando por sus hijos. !!Ay, mis hijos!! y preguntaba a todomundo por sus hijos desaparecidos. Los buscaba entre los muertos, los buscaba entre los heridos, los buscaba entre la gente que caminaba por la Ciudad incendiada, ...y no los encontraba. !!Ay, mis hijos!! sollozaba. Todomundo la mirò pasar, todomundo la escuchaba llorar y cuentan que un dia muriò de pena y de dolor. Pero al caer la noche, después de su muerte, se volvìa a escuchar su sollozo y su grito !!Ay mis hijos!! Y en las calles oscuras se le aparecia a la gente para preguntarles por sus hijos desaparecidos. La gente despavorida se alejaba corriendo del lugar. Después se aparecia en los barrios y colonias, en pueblos y ciudades, en rancherias y pueblitos, en caminos y canadas. Al caer la noche, de repente, se escuchaba a lo lejos su sollozo y su grito !!Ay, mis hijos!! La gente le llamaba ''la llorona''. Su nombre? Coatlìcue, tonantzin, ''nuestra madre'', ''nuestra querida anàhuac''.
Con el paso del tiempo, su grito se fué apagando, pero no desaparecìa y de repente se le aparece todoavia a algunas personas para preguntarles por sus hijos. Una vez, un tipo que caminaba por las calles oscuras de su pueblo se topò con la Llorona y, llenandose de valor le dijo: !!Alto ahi, llorona!! Dime, Cuando vas a dejar de llorar? Cuando vas a dejar de espantarnos? Y ella le respondiò: ''Cuando tù vuelvas a ser libre''. Ella no busca a sus hijos e hijas, nosotros todos, somos sus hijos e hijas, en México-Anàhuac y todo este continente.
la-tierra-y-el-sol.site123.me
dieusoleil@mail.com